El pasado sábado 22 de noviembre celebramos en el club la simulación de la batalla de Lutter (1626), como vimos en una entrada anterior. Se trata de un período no demasiado explotado en el club. Sin embargo, la Guerra de los Treinta años puede volver a aparecer próximamente entre nuestras batallas, ya que nos dejó un sabor de boca bastante bueno. Bonitas miniaturas, fuertes unidades y caballería muy versátil hacen de este conflicto atractivo para representarlo aquí.
En lo tocante a la batalla, en esta ocasión, me tocó en suerte ir con los daneses, con el a priori bando perdedor, o al menos el que en principio peor lo tenía. La cuestión es que el plan inicial me situaba a mí a cargo de las tropas de Fuchs, en el ala derecha de nuestro despliegue, cerca de una población, Nauen, ocupada por nuestras tropas, con un regimiento de escoceses (en la foto) y una batería pesada defendiéndola.
La idea inicial era establecer una linea entre esta población y el bosque que quedaba a mi derecha, donde habíamos situado en oculto un par de regimientos de dragones desmontados, que actuaría como infantería ligera, protegiéndome el flanco de posibles escaramuceadores católicos.
En el centro de nuestras posiciones se situaba Juan, con las tropas mercenarias, que tuvieron al parecer una actuación estelar en una batalla previa contra la avanzadilla del bando católico, que nos otorgó ciertas ventajas de posición inicial. Además, se le otorgó el mando de la reserva de nuestro ejército, con el fin de que actuara allá donde más falta hiciera.
Al ala izquierda y al otro lado de un río, se situaba José Luis, con las tropas del rey Christian VI, que trataría de cruzar y atacar por el flanco a los católicos.
Con los planes trazados, dió comienzo la batalla.
Desde los primeros turnos ya se vio bastante claro por donde venía el principal ataque de los chicos de Tilly. Los tercios católicos se dirigían prestos hacia Nauen y hacia mis posiciones, por lo que me apresuré a situar en posición de disparo a mis unidades, dos regimientos o batallas (foto) de infantería de élite y una batería media (poco eficaces en esta época, la verdad) a la derecha de la población; tres regimientos de milicias en disposición de entrar en la población para mantenerla en la medida de lo posible en nuestras manos; y la caballería, compuesta por reiters (foto), arcabuceros y guardia, en segunda fila, dispuesta para tapar los huecos que, sin duda, se producirían.
Lamentablemente para mí, vi como toda posibilidad de que mis compañeros me auxiliaran se disipaba. Pronto vi que me encontraba solo y que Juan y José Luis tendrían bastante con aguantar lo suyo. Así pues, me dispuse a defenderme de los tercios imperiales lo mejor que pudiese.
En otras ocasiones procuro darme buena cuenta de lo que sucede en los otros frentes de combate de la batalla, sin embargo, reconozco que en esta no tuve tiempo material de ver qué sucedía más allá de mis líneas, ya que pronto me vi inmerso en duros combates contra la vanguardia católica, que atacaba mis posiciones con ahínco. Frente a mí y en un estrecho frente de batalla, me vi envuelto en fiero combate contra los tercios de Manolo, que venía con intenciones poco amables, y contra los tercios de Rafael, que pretendían desalojarme de Nauen de modo expeditivo. Además, y para que no me aburriese, pronto vi implicada también a mi caballería, que pretendía guardar a modo de reserva, contra los jinetes de Vicente, que igualmente quería hacerme picadillo (luego somos todos muy amigos, pero la guerra es la guerra, señores). Ante ello, comencé a establecer un fuego continuado con mis batallas y artillerías, sabiendo que mientras mantuviese una cierta distancia con los tercios, la ventaja era mía al disparo. Pero pronto llegaron los problemas...
La guardia de élite resultó ser un poco melíflua, ya que en uno de los embites imperiales, uno de los dos regimientos en posición de combate salió huyendo a toda velocidad, poniendo tierra de por medio y dejando un escandaloso hueco en nuestra línea defensiva. La verdad es que viendo lo que se avecinaba, no sería de extrañar que más de uno saliera por pies en la realidad. Ello me obligaba a reformar la defensa y poner a trabajar a los jinetes, que prestamente cubrieron la retirada de la guardia, encarándose a los tercios y cerrándoles el paso.
Mientras ésto sucedía, en Nauen los escoceses sufrían el ataque de la infantería de Rafa, manteniendo por el momento la posición con dignidad y coraje, disparando sin cesar sobre las tropas atacantes y causando bajas entre ellas. La batería allí instalada hacía también su trabajo, a sabiendas que pronto serían rebasados por los atacantes. No obstante la tenacidad era la única baza que me quedaba en esta batalla, así que me dispuse a la defensa.
Tras una serie de primeros ataques, las bajas sufridas por los escoceses fueron demasiadas y les obligaron a replegarse y huir, abandonando la población, mientras que la batería se defendía resueltamente frente al ataque, aguantando lo posible. El hueco dejado por los escoceses fue prontamente ocupado por la milicia, que estaba preparada para tal contingencia. Gracias a su actuación, conseguimos frenar el avance imperial, disparando y retirándolos para evitar el cuerpo a cuerpo.
Ante tamaña ofensiva, mi reacción fue la de intentar reestablecer una línea defensiva tras Nauen. Mientras recuperaba a la tocada infantería, mi caballería comenzó a atacar a los tercios mediante cargas de caracola, es decir, avanzar hasta distancia de tiro de pistola o arcabuz, disparar y volver grupas a las posiciones iniciales, consiguiendo una serie de éxitos notables, destruyendo incluso alguno de los tercios atacantes, para gran desmoralización de los adversarios, que me veían ya hecho trizas. Ello me daba un respiro interesante. Sin embargo, lo que sí me supuso un verdadero alivio para mis castigadas posiciones fue la inesperada llegada de una serie de refuerzos en mi zona, que contribuyó a nivelar ligeramente, o al menos, darme alguna opción de mejor defensa. Para no alargarme demasiado, sólo queda decir que con todo ello, esa tarde peleé mucho y, creo, bien. No ganamos finalmente, porque el ataque fue demasiado arrollador y nuestro despliegue no pudo hacer frente de modo eficaz a los ataques, pero no se lo dejamos fácil. Sufrieron lo suyo para obtener la victoria y, a pesar de la derrota, el buen sabor de boca que me quedó no fue producido por el ron con coca-cola, sino por el saber que lo hice bien. He aprendido en esta batalla. Luché hasta que no pude aguantar las posiciones más. Ataqué con todo. No gané, pero creo que sí me he llevado algo bueno de Lutter. Supongo que Fuchs moriría junto a sus tropas, o quizás fuese capturado, pero de cualquier modo, lo hizo con dignidad.Creo que me he ganado los galones en Lutter, y por ello estoy contento.
Para el próximo mes de diciembre nos volveremos a ver las caras en una batalla antológica de la Guerra Civil Americana: Gettysburg (1º al 3 de julio de 1863), una batalla orquestada por Manolo, de un día entero de duración, que promete mucho. Los bandos ya están dispuestos y ya empezamos a preparar los planes. Por el bando Confederado estarán Juan como Lee, Frank, José Luis y Vicent, mientras que en la Unión se encontrará Javi como Meade, junto a Manuel, Jose y yo de generales del norte...
En lo tocante a la batalla, en esta ocasión, me tocó en suerte ir con los daneses, con el a priori bando perdedor, o al menos el que en principio peor lo tenía. La cuestión es que el plan inicial me situaba a mí a cargo de las tropas de Fuchs, en el ala derecha de nuestro despliegue, cerca de una población, Nauen, ocupada por nuestras tropas, con un regimiento de escoceses (en la foto) y una batería pesada defendiéndola.
La idea inicial era establecer una linea entre esta población y el bosque que quedaba a mi derecha, donde habíamos situado en oculto un par de regimientos de dragones desmontados, que actuaría como infantería ligera, protegiéndome el flanco de posibles escaramuceadores católicos.
En el centro de nuestras posiciones se situaba Juan, con las tropas mercenarias, que tuvieron al parecer una actuación estelar en una batalla previa contra la avanzadilla del bando católico, que nos otorgó ciertas ventajas de posición inicial. Además, se le otorgó el mando de la reserva de nuestro ejército, con el fin de que actuara allá donde más falta hiciera.
Al ala izquierda y al otro lado de un río, se situaba José Luis, con las tropas del rey Christian VI, que trataría de cruzar y atacar por el flanco a los católicos.
Con los planes trazados, dió comienzo la batalla.
Desde los primeros turnos ya se vio bastante claro por donde venía el principal ataque de los chicos de Tilly. Los tercios católicos se dirigían prestos hacia Nauen y hacia mis posiciones, por lo que me apresuré a situar en posición de disparo a mis unidades, dos regimientos o batallas (foto) de infantería de élite y una batería media (poco eficaces en esta época, la verdad) a la derecha de la población; tres regimientos de milicias en disposición de entrar en la población para mantenerla en la medida de lo posible en nuestras manos; y la caballería, compuesta por reiters (foto), arcabuceros y guardia, en segunda fila, dispuesta para tapar los huecos que, sin duda, se producirían.
Lamentablemente para mí, vi como toda posibilidad de que mis compañeros me auxiliaran se disipaba. Pronto vi que me encontraba solo y que Juan y José Luis tendrían bastante con aguantar lo suyo. Así pues, me dispuse a defenderme de los tercios imperiales lo mejor que pudiese.
En otras ocasiones procuro darme buena cuenta de lo que sucede en los otros frentes de combate de la batalla, sin embargo, reconozco que en esta no tuve tiempo material de ver qué sucedía más allá de mis líneas, ya que pronto me vi inmerso en duros combates contra la vanguardia católica, que atacaba mis posiciones con ahínco. Frente a mí y en un estrecho frente de batalla, me vi envuelto en fiero combate contra los tercios de Manolo, que venía con intenciones poco amables, y contra los tercios de Rafael, que pretendían desalojarme de Nauen de modo expeditivo. Además, y para que no me aburriese, pronto vi implicada también a mi caballería, que pretendía guardar a modo de reserva, contra los jinetes de Vicente, que igualmente quería hacerme picadillo (luego somos todos muy amigos, pero la guerra es la guerra, señores). Ante ello, comencé a establecer un fuego continuado con mis batallas y artillerías, sabiendo que mientras mantuviese una cierta distancia con los tercios, la ventaja era mía al disparo. Pero pronto llegaron los problemas...
La guardia de élite resultó ser un poco melíflua, ya que en uno de los embites imperiales, uno de los dos regimientos en posición de combate salió huyendo a toda velocidad, poniendo tierra de por medio y dejando un escandaloso hueco en nuestra línea defensiva. La verdad es que viendo lo que se avecinaba, no sería de extrañar que más de uno saliera por pies en la realidad. Ello me obligaba a reformar la defensa y poner a trabajar a los jinetes, que prestamente cubrieron la retirada de la guardia, encarándose a los tercios y cerrándoles el paso.
Mientras ésto sucedía, en Nauen los escoceses sufrían el ataque de la infantería de Rafa, manteniendo por el momento la posición con dignidad y coraje, disparando sin cesar sobre las tropas atacantes y causando bajas entre ellas. La batería allí instalada hacía también su trabajo, a sabiendas que pronto serían rebasados por los atacantes. No obstante la tenacidad era la única baza que me quedaba en esta batalla, así que me dispuse a la defensa.
Tras una serie de primeros ataques, las bajas sufridas por los escoceses fueron demasiadas y les obligaron a replegarse y huir, abandonando la población, mientras que la batería se defendía resueltamente frente al ataque, aguantando lo posible. El hueco dejado por los escoceses fue prontamente ocupado por la milicia, que estaba preparada para tal contingencia. Gracias a su actuación, conseguimos frenar el avance imperial, disparando y retirándolos para evitar el cuerpo a cuerpo.
Ante tamaña ofensiva, mi reacción fue la de intentar reestablecer una línea defensiva tras Nauen. Mientras recuperaba a la tocada infantería, mi caballería comenzó a atacar a los tercios mediante cargas de caracola, es decir, avanzar hasta distancia de tiro de pistola o arcabuz, disparar y volver grupas a las posiciones iniciales, consiguiendo una serie de éxitos notables, destruyendo incluso alguno de los tercios atacantes, para gran desmoralización de los adversarios, que me veían ya hecho trizas. Ello me daba un respiro interesante. Sin embargo, lo que sí me supuso un verdadero alivio para mis castigadas posiciones fue la inesperada llegada de una serie de refuerzos en mi zona, que contribuyó a nivelar ligeramente, o al menos, darme alguna opción de mejor defensa. Para no alargarme demasiado, sólo queda decir que con todo ello, esa tarde peleé mucho y, creo, bien. No ganamos finalmente, porque el ataque fue demasiado arrollador y nuestro despliegue no pudo hacer frente de modo eficaz a los ataques, pero no se lo dejamos fácil. Sufrieron lo suyo para obtener la victoria y, a pesar de la derrota, el buen sabor de boca que me quedó no fue producido por el ron con coca-cola, sino por el saber que lo hice bien. He aprendido en esta batalla. Luché hasta que no pude aguantar las posiciones más. Ataqué con todo. No gané, pero creo que sí me he llevado algo bueno de Lutter. Supongo que Fuchs moriría junto a sus tropas, o quizás fuese capturado, pero de cualquier modo, lo hizo con dignidad.Creo que me he ganado los galones en Lutter, y por ello estoy contento.
Para el próximo mes de diciembre nos volveremos a ver las caras en una batalla antológica de la Guerra Civil Americana: Gettysburg (1º al 3 de julio de 1863), una batalla orquestada por Manolo, de un día entero de duración, que promete mucho. Los bandos ya están dispuestos y ya empezamos a preparar los planes. Por el bando Confederado estarán Juan como Lee, Frank, José Luis y Vicent, mientras que en la Unión se encontrará Javi como Meade, junto a Manuel, Jose y yo de generales del norte...
Comentarios
La verdad es que realizastes una defensa numantina, pero te pillamos con el grueso del ejército.
Hubo varios momentos críticos a lo largo de la batalla. Para mi, uno de esos fue cuando tus caracolas desbandaron a los tercios de Rafa. Menos mal que pudimos tapar el hueco rapidamente.
Estoy acabando de pasar a limpio el escenario y los gráficos del desarrollo de la batalla y espero tenerlos para antes de este viernes.
Saludos
Un saludo
Por parte del arbitro o Gott! debo decir que el rey danes abandono a Fuch a su suerte sin considerar el peligro que corria. Se tienia que haber hecho una defensa fuerte de Fuch a la derecha, Christian en el centro y el mercenario a la izquierda y que los catolicos ven a por los protestante, no dejar el centro vacio y Fuch abandonado.
Mala organizacion por parte del rey.
Ademas, el arbitro le dijo al rey que hiciese caso a Otto y a Fuch pero el rey hizo caso omiso.
Durante la batalla se cometieron varios errores de caracter táctico, pero no estrategicos. Errores tácticos:
a)No situar todos los hostigadores en el bosque y disparar desde allí a la caballeria y tercios.
b) No realizar caracolas con el mercenario y reservar las cargas contra la caballeria y las artillerias católicas.
c) No apartar las caballerias cuando eran acribilladas por los tercios.
d)No elegir bien los disparos.
La disposición estratégica situaba al cuerpo más númeroso y con tropas A) por el ataque más probable de los católicos.
El segundo cuerpo más numeroso y con tropas A en apoyo y el menos númeroso a su lado.
La disposición me pareció la correcta dada la estrechez del frente. Nadie esperaba que tropas A huyeran a las primeras de cambio o Que las cargas de caballeria fueran infructuosas.
Pero sólo es mi humilde opinión en un escenerario claro en que disponiamos ventaja al disparo y desventaja al cuerpo a cuerpo. Es decir impedir el contacto y ampliar nuestra línea de fuego todo lo que pudieramos.
José Luis. Ex- Comandante en Jefe
(sin acritud)
Coincido con Pedro, creo que a las batallas vamos a divertirnos y no a echar reproches. Y sobre todo queda un poco feo si vienen del árbitro.
En mi humilde opinión, la desventaja de los daneses radicaba en que tenían una posición defensiva que estaba seccionada por dos ríos. Eso nos permitió concentrarnos en Pedro esperando que no le llegasen refuerzos o contraataques desde otros puntos. Jose Luis lanzó un buen contraataque y de hecho estuvo a punto de romper a la línea de Javier a base de disparos. Afortunadamente lo accidentado del terreno y el aguante de nuestras fuerzas permitío que en ese punto su penetración no llegara a más.
También en nuestro bando se cometieron errores tácticos como el que las fuerzas de Javi y mi caballería se estorbaran entre si, o una carga de una unidad mía en plan suicida contra una de Juan.
Pero es solo una opinión más