Al fin el informe de la batalla de Heraclea en la cual, y como venimos comentando en las anteriores entradas de este blog, se enfrentaron los romanos y sus aliados con los epirotas de Pirro en el 280 a.C.
El enfrentamiento tenía visos de resultar altamente colorista y variado, ya que el compendio de tropas implicadas resultaba muy variopinto.
Por un lado teníamos a los romanos y latinos, con el clásico sistema en tres líneas (o cuatro si contamos con la vanguardia de velites o infantería ligera), compuesta de hastati, principes y triarii, mas dos alas de caballería.
En el lado de los epirotas, la variedad era mucho más palpable. El cuerpo principal del ejército lo componía una espectacular falange, con 6 unidades, flanqueada a ambos lados por hoplitas mercenarios griegos y hoplitas italiotas. Como infantería auxiliar contaban con cuatro unidades de thureoforoi, infantería medio ligera armada en la realidad con un thureos (de ahí el nombre), un escudo ovalado ligero, similar al scutum pero más liviano, así como con jabalinas y lanza. Igualmente habían hostigadores y arqueros cretenses, o caballería, muy espectacular por lo denso de sus formaciones. Pero quizá la pieza clave de los epirotas debía ser el elefante. Contaban con cuatro unidades (unos 20 elefantes en la realidad), que poseían un especial factor de combate contra la caballería y una serie de reglas especiales de escenario que los convertían en poderosas armas bien empleados .
De este modo, con el catálogo de unidades claro por parte de ambos contendientes, dio comienzo la batalla, que se abría con los romanos al otro lado del río Siris, mientras que los epirotas tan solo contaban en este momento con un piquete de infantería media y ligera cubriendo el vado a la otra orilla del río. El primer turno ofrecía a los romanos la posibilidad de que una parte de la caballería hubiese encontrado un vado río abajo y pudiera efectuar una entrada desde el flanco izquierdo de los epirotas del vado. Una tirada de 10 con el dado lo haría posible.
No fue así y la caballería tendría que esperar al turno siguiente para que las probabilidades de entrada aumentaran. Mientras tanto, la infantería ligera romana pugnaba por abrirse paso en el vado a base de disparos de jabalinas, a lo que los epirotas, conducidos por mi amigo Jose, respondían con viveza, reteniendo y frenando el cruce de los romanos.
Viendo que la tarea encomendada iba cumpliéndose con efectividad los thureoforoi y arqueros cretenses iban poco a poco sufriendo bajas y cediendo terreno, buscando el camino por donde debían aparecer las tropas de Pirro, aún por llegar. Los turnos se sucedían y la caballería romana seguía sin aparecer, pese a que cada turno aumentaba las posibilidades de aparición, dando un respiro a la castigada infantería ligera epirota, que ya sólo buscaba salir de la presión cada vez mayor de los romanos, ya al otro lado del Siris.
Con ello llegó el quinto turno, en el cual comenzaban a aparecer el grueso del ejército epirota por su zona de despliegue. Encabezaba el avance el mismísimo Pirro, a cargo de la caballería pesada, seguido por la caballería tesalia y los jinetes ligeros. Detrás de ellos hacían su aparición infantería ligera y pesada, quedando los elefantes a la derecha del despliegue griego, en contra de lo que en la batalla real sucedió. En esta ocasión, los proboscídeos se las verían con la infantería romana en lugar de dirigirse contra los jinetes...
Tras el comienzo de la aparición de los refuerzos griegos, en el sexto turno, llegó la anhelada caballería romana, ahora en el momento justo para desviar a los jinetes griegos hacia su lado, evitando que se dirigieran hacia las vulnerables tropas romanas que cruzaban. ¡¡Ya estábamos todos...!!
Los turnos siguientes resultaron ser de acercamiento y tanteo de fuerzas, con numerosas acciones de la infantería ligera de ambos bandos en el centro y de las caballerías, concentradas ambas en un flanco, con choques muy duros que buscaban romper la resistencia de uno u otro. La caballería romana buscaba romper el ala de caballería de Pirro con incesantes cargas, que causaban bajas y desconcierto entre los epirotas, pero que no llegaban a colapsarlos, devolviendo los golpes y reagrupándose continuamente.
Mientras tanto, la falange y los elefantes iban tomando posiciones, avanzando de modo inexorable hacia lo que podía decidir la batalla. El choque entre la poderosa falange y los veteranos principes romanos no tardaría en llegar y la preocupación comenaba a reflejarse en algunos de los rostros de mis compañeros romanos.
Finalmente, y tras constante hostigamiento de los ligeros epirotas, que obligaban a los romanos a perder jabalinas, la falange se abría paso entre sus tropas y plantaba cara a los romanos, que comenzaban a ver donde se decidiría la batalla. La phalanx, a cargo de José Antonio, afrontó su destino y realizó las primeras cargas contra los hastati romanos, que gastaron sus últimos pila en causar un daño extra a los piqueros mientras desenvainavan sus gladii y se encomendaban a sus dioses, en lo que prometía ser el choque más espectacular de la batalla. La pugna se generalizaba a lo largo de la linea de la falange, unas unidades atacando y otras apoyandos dichos ataques, sufriendo los romanos en extremo. Las brechas comenzaron a aparecer entre las líneas de hastati, viéndose obligados a retroceder algunos de ellos, empujando y socavando la moral de las demás tropas.
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Junto a la acción terrible de la falange, los elefantes comenzaron también a machacar el flanco izquierdo romano.
Una regla especial de escenario obligaba a los romanos a ejecutar un test de moral en el momento en que realizasen cualquier acción ofensiva contra los proboscídeos (nombre que a alguno le ha quedado grabado a fuego). Si el test era superado, podían disparar o cargar contra ellos, si no, la huida o el retroceso sería su acción. Ésto quería reflejar el pánico que sintieron los romanos la primera vez que se enfrentaron a estos animales, absolutamente desconocidos para ellos hasta el momento. Con ello, los principes de Vicent comenzaron a intentar resistir la carga de tan temibles animales, con resultado desigual. La cada vez mayor presión en ese flanco amenazaba con colapsar a los romanos...
Y el desenlace se produjo conforme todos íbamos viendo. La línea de hastati quedó reducida a nada, mientras que los príncipes resistían ferozmente hasta que terminó abriéndose también entre ellos una brecha que daba la victoria a las tropas de Pirro, haciendo que las tropas romanas no tuvieran ya opción alguna de conseguir la victoria. Para ser un domingo, día poco habitual para librar una de nuestras batallas, acabamos tarde, y no pudimos prolongar más el desenlace, pero a todos nos quedaba obvio para quién se inclinaba esta vez la victoria.
El desenlace histórico se repetía en esta ocasión, aún con pequeñas variantes, y Pirro disfrutaba de su primera victoria en tierras italiotas.
La verdad es que ha sido muy interesante dirigir esta batalla. He intentado, con las diversas reglas especiales para elefantes, infantería ligera y caballería, reflejar un poco mejor el espíritu de la lucha en el mundo antiguo. Los contendientes han demostrado todos estar a la altura y la verdad es que me ha animado a proponer más batallas de este tipo en el club, ya que contamos con plomo suficiente para realizar alguna más. Por cierto, estoy satisfecho de mi mismo, ya que conseguí acabar las miniaturas de los romanos a tiempo. ¡¡Trescientas cincuenta miniaturas pintaditas por el que suscribe. Buf!!.
Enhorabuena a ambos bandos. Bien jugado por ambas partes. Estoy realmente satisfecho de que haya sido un éxito. Proximamente, AUSCULUM o BENEVENTUM, je,je...
Ave et Vale.
El enfrentamiento tenía visos de resultar altamente colorista y variado, ya que el compendio de tropas implicadas resultaba muy variopinto.
Por un lado teníamos a los romanos y latinos, con el clásico sistema en tres líneas (o cuatro si contamos con la vanguardia de velites o infantería ligera), compuesta de hastati, principes y triarii, mas dos alas de caballería.
En el lado de los epirotas, la variedad era mucho más palpable. El cuerpo principal del ejército lo componía una espectacular falange, con 6 unidades, flanqueada a ambos lados por hoplitas mercenarios griegos y hoplitas italiotas. Como infantería auxiliar contaban con cuatro unidades de thureoforoi, infantería medio ligera armada en la realidad con un thureos (de ahí el nombre), un escudo ovalado ligero, similar al scutum pero más liviano, así como con jabalinas y lanza. Igualmente habían hostigadores y arqueros cretenses, o caballería, muy espectacular por lo denso de sus formaciones. Pero quizá la pieza clave de los epirotas debía ser el elefante. Contaban con cuatro unidades (unos 20 elefantes en la realidad), que poseían un especial factor de combate contra la caballería y una serie de reglas especiales de escenario que los convertían en poderosas armas bien empleados .
De este modo, con el catálogo de unidades claro por parte de ambos contendientes, dio comienzo la batalla, que se abría con los romanos al otro lado del río Siris, mientras que los epirotas tan solo contaban en este momento con un piquete de infantería media y ligera cubriendo el vado a la otra orilla del río. El primer turno ofrecía a los romanos la posibilidad de que una parte de la caballería hubiese encontrado un vado río abajo y pudiera efectuar una entrada desde el flanco izquierdo de los epirotas del vado. Una tirada de 10 con el dado lo haría posible.
No fue así y la caballería tendría que esperar al turno siguiente para que las probabilidades de entrada aumentaran. Mientras tanto, la infantería ligera romana pugnaba por abrirse paso en el vado a base de disparos de jabalinas, a lo que los epirotas, conducidos por mi amigo Jose, respondían con viveza, reteniendo y frenando el cruce de los romanos.
Viendo que la tarea encomendada iba cumpliéndose con efectividad los thureoforoi y arqueros cretenses iban poco a poco sufriendo bajas y cediendo terreno, buscando el camino por donde debían aparecer las tropas de Pirro, aún por llegar. Los turnos se sucedían y la caballería romana seguía sin aparecer, pese a que cada turno aumentaba las posibilidades de aparición, dando un respiro a la castigada infantería ligera epirota, que ya sólo buscaba salir de la presión cada vez mayor de los romanos, ya al otro lado del Siris.
Con ello llegó el quinto turno, en el cual comenzaban a aparecer el grueso del ejército epirota por su zona de despliegue. Encabezaba el avance el mismísimo Pirro, a cargo de la caballería pesada, seguido por la caballería tesalia y los jinetes ligeros. Detrás de ellos hacían su aparición infantería ligera y pesada, quedando los elefantes a la derecha del despliegue griego, en contra de lo que en la batalla real sucedió. En esta ocasión, los proboscídeos se las verían con la infantería romana en lugar de dirigirse contra los jinetes...
Tras el comienzo de la aparición de los refuerzos griegos, en el sexto turno, llegó la anhelada caballería romana, ahora en el momento justo para desviar a los jinetes griegos hacia su lado, evitando que se dirigieran hacia las vulnerables tropas romanas que cruzaban. ¡¡Ya estábamos todos...!!
Los turnos siguientes resultaron ser de acercamiento y tanteo de fuerzas, con numerosas acciones de la infantería ligera de ambos bandos en el centro y de las caballerías, concentradas ambas en un flanco, con choques muy duros que buscaban romper la resistencia de uno u otro. La caballería romana buscaba romper el ala de caballería de Pirro con incesantes cargas, que causaban bajas y desconcierto entre los epirotas, pero que no llegaban a colapsarlos, devolviendo los golpes y reagrupándose continuamente.
Mientras tanto, la falange y los elefantes iban tomando posiciones, avanzando de modo inexorable hacia lo que podía decidir la batalla. El choque entre la poderosa falange y los veteranos principes romanos no tardaría en llegar y la preocupación comenaba a reflejarse en algunos de los rostros de mis compañeros romanos.
Finalmente, y tras constante hostigamiento de los ligeros epirotas, que obligaban a los romanos a perder jabalinas, la falange se abría paso entre sus tropas y plantaba cara a los romanos, que comenzaban a ver donde se decidiría la batalla. La phalanx, a cargo de José Antonio, afrontó su destino y realizó las primeras cargas contra los hastati romanos, que gastaron sus últimos pila en causar un daño extra a los piqueros mientras desenvainavan sus gladii y se encomendaban a sus dioses, en lo que prometía ser el choque más espectacular de la batalla. La pugna se generalizaba a lo largo de la linea de la falange, unas unidades atacando y otras apoyandos dichos ataques, sufriendo los romanos en extremo. Las brechas comenzaron a aparecer entre las líneas de hastati, viéndose obligados a retroceder algunos de ellos, empujando y socavando la moral de las demás tropas.
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Junto a la acción terrible de la falange, los elefantes comenzaron también a machacar el flanco izquierdo romano.
Una regla especial de escenario obligaba a los romanos a ejecutar un test de moral en el momento en que realizasen cualquier acción ofensiva contra los proboscídeos (nombre que a alguno le ha quedado grabado a fuego). Si el test era superado, podían disparar o cargar contra ellos, si no, la huida o el retroceso sería su acción. Ésto quería reflejar el pánico que sintieron los romanos la primera vez que se enfrentaron a estos animales, absolutamente desconocidos para ellos hasta el momento. Con ello, los principes de Vicent comenzaron a intentar resistir la carga de tan temibles animales, con resultado desigual. La cada vez mayor presión en ese flanco amenazaba con colapsar a los romanos...
Y el desenlace se produjo conforme todos íbamos viendo. La línea de hastati quedó reducida a nada, mientras que los príncipes resistían ferozmente hasta que terminó abriéndose también entre ellos una brecha que daba la victoria a las tropas de Pirro, haciendo que las tropas romanas no tuvieran ya opción alguna de conseguir la victoria. Para ser un domingo, día poco habitual para librar una de nuestras batallas, acabamos tarde, y no pudimos prolongar más el desenlace, pero a todos nos quedaba obvio para quién se inclinaba esta vez la victoria.
El desenlace histórico se repetía en esta ocasión, aún con pequeñas variantes, y Pirro disfrutaba de su primera victoria en tierras italiotas.
La verdad es que ha sido muy interesante dirigir esta batalla. He intentado, con las diversas reglas especiales para elefantes, infantería ligera y caballería, reflejar un poco mejor el espíritu de la lucha en el mundo antiguo. Los contendientes han demostrado todos estar a la altura y la verdad es que me ha animado a proponer más batallas de este tipo en el club, ya que contamos con plomo suficiente para realizar alguna más. Por cierto, estoy satisfecho de mi mismo, ya que conseguí acabar las miniaturas de los romanos a tiempo. ¡¡Trescientas cincuenta miniaturas pintaditas por el que suscribe. Buf!!.
Enhorabuena a ambos bandos. Bien jugado por ambas partes. Estoy realmente satisfecho de que haya sido un éxito. Proximamente, AUSCULUM o BENEVENTUM, je,je...
Ave et Vale.
Comentarios
La tardia entrada de la caballeria romana no hizo mella en la infanteria epirota. El riesgo de los epirotas fue arriesgar en el flanco izquierdo defendiendolo con caballeria sin apoyo de elefantes. Estos podrían haberse distribuido, pero el plan de Pirro era centrarlos en el flanco derecho y desarbolar el dispositivo romano de un extremo a otro.
Salio bien pero la caballeria romana de Juan casí nos destroza, afortunadamente Frank supo contemporizar y nuestro flanco derecho no sufrio.
En esta partida todos jugamos a gran nivel salvo en algunos momentos los paquidermos que ocasionaron bajas propias por mala colocación.
Dificil partida para el romano que tiene que adivinar donde van los proboscideos para enviarles hostigadores. Está vez los epirotas acertamos pero no siempre estaremos tan afortunados.
Megacles.
No se si mucho preguntar, pero me gustaría conocer los conceptos básicos del reglamento que usais.
Sólo los básicos.
Primero;si los romanos tienen que perder sus piluns contra los ligeros mal vamos,por que si las falanges llegan cuerpo a cuerpo sin recibir ningun disparo mal vamos.
Dos; si nuestra caballeria no rompe tampoco podiamos ganar
Tercero; creiamos que unos buenos generales podrian contra generales regulares
Conclusion: Que los Generales buenos no eran tan buenos y que la soberbia es un pecado capital MANOLO "Hasta Sagunto"
El abastecimiento se determina con la distancia de mando que es la distancia que deben mantener las diversas unidades de una unidad orgánica habitualmente división. La distancia de mando varia según tipo de unidades, paises y épocas.
Hasta aquí lo basico. De todas formas Estandarte se resume en el axioma "Facil de aprender, dificil de jugar".
Blucher
Un saludo, amigo y celebro que te gustara el informe de batalla.
MANOLO