El pasado sábado 27 de octubre, algunos miembros del club estuvimos en "La Última Fortaleza", en Alicante, haciendo una demostración de nuestro reglamento. Allí nos dimos cita Juan, Manuel , Vicent y Pedro para recrear la batalla de Camposanto (1743). Esta batalla ya la jugamos hace un tiempo en Alcoy, en una demostración que llevamos a cabo. Para mi fue lamentable, ya que no conseguí llevar una tirada a más de 3. Nefasta, infame, en fin, un verdadero desastre, cosas que pasan, ya se sabe...
Así y todo cuando Juan propuso volverla a hacer, ya que es una batalla perfecta para este tipo de demostraciones, sencilla y nivelada, me animé y me dije: "-Hmmm, no tiene por que ser peor que la vez anterior".
Con ánimos renovados, me dispuse a volver a enfrentarme a los austríacos (ya que me volvió a tocar con los españoles) y me puse manos a la obra. A mi derecha, Juan dirigía la caballería, mientras que yo tenía a mi cargo la infantería. En la anterior ocasión mi actitud fue la de esperar el avance austríaco, mientras que esta vez pensé en salir al paso del enemigo. Mi objetivo era forzar una brecha en el centro austríaco y aprovecharla. Sin embargo, nuevamente la suerte no estuvo del lado español. La infantería avanzó bajo fuego en el centro, pero el flanco izquierdo flaqueó ante las maniobras de las tropas austríacas y comenzó una retirada poco conveniente en ese momento.
Al flanco derecho, la caballería comenzó a presionar a los jinetes austríacos, produciéndose un pulso entre Juan y Vicent que decantaría la balanza hacia un bando u otro.
Mientras tanto, Manuel y yo nos enzarzábamos a cañonazos y disparos hasta que la flor y la nata de ambos ejércitos se encontró en una carga de los españoles que los austríacos aguantaron bravamente.
Finalmente, el desgaste hizo mella en las filas españolas, que tuvieron que retirarse. Qué rabia. Camposanto es realmente mi camposanto.
Lo mejor es que hubo gente que resistió toda la partida, preguntándonos por el reglamento a los cuales, gustosamente les explicamos cómo funcionaba. En fin, tratamos de dar un poco a conocer nuestra forma de jugar y creo que en ese aspecto, lo conseguimos.
Así y todo cuando Juan propuso volverla a hacer, ya que es una batalla perfecta para este tipo de demostraciones, sencilla y nivelada, me animé y me dije: "-Hmmm, no tiene por que ser peor que la vez anterior".
Con ánimos renovados, me dispuse a volver a enfrentarme a los austríacos (ya que me volvió a tocar con los españoles) y me puse manos a la obra. A mi derecha, Juan dirigía la caballería, mientras que yo tenía a mi cargo la infantería. En la anterior ocasión mi actitud fue la de esperar el avance austríaco, mientras que esta vez pensé en salir al paso del enemigo. Mi objetivo era forzar una brecha en el centro austríaco y aprovecharla. Sin embargo, nuevamente la suerte no estuvo del lado español. La infantería avanzó bajo fuego en el centro, pero el flanco izquierdo flaqueó ante las maniobras de las tropas austríacas y comenzó una retirada poco conveniente en ese momento.
Al flanco derecho, la caballería comenzó a presionar a los jinetes austríacos, produciéndose un pulso entre Juan y Vicent que decantaría la balanza hacia un bando u otro.
Mientras tanto, Manuel y yo nos enzarzábamos a cañonazos y disparos hasta que la flor y la nata de ambos ejércitos se encontró en una carga de los españoles que los austríacos aguantaron bravamente.
Finalmente, el desgaste hizo mella en las filas españolas, que tuvieron que retirarse. Qué rabia. Camposanto es realmente mi camposanto.
Lo mejor es que hubo gente que resistió toda la partida, preguntándonos por el reglamento a los cuales, gustosamente les explicamos cómo funcionaba. En fin, tratamos de dar un poco a conocer nuestra forma de jugar y creo que en ese aspecto, lo conseguimos.
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