
El pasado sábado hicimos la representación de la batalla que mencionábamos en la anterior entrada y he de reconocer que mis compañeros la jugaron estupendamente. Tanto los iberos como los romanos tomaron el enfrentamiento con mucha cautela, sobre todo los romanos, cuya situación resultaba en principio muy peliaguda, al ser notablemente superior el número de enemigos a los que se enfrentaban. Los planes de los iberos también traslucían prudencia, pese a la ventaja de su número. En ellos, se apostaba por el flanqueo de la caballería, en numero también superior a la romana, mientras se avanzaba progresivamente con los demás contingentes.
Así, el desarrollo de los primeros turnos reflejaba las dificultades de los romanos para abarcar tan amplio frente. Mientras que las líneas de infantería ligera se aproximaban y comenzaban los primeros lances, favorables a los iberos, la caballería romana se desplazaba veloz hacia su flanco derecho para neutralizar la amenaza de los jinetes iberos que se aproximaban. Los principes, imposibilitados de mantener la formación manipular, se desplazaban hacia la derecha en apoyo de la caballería y con objeto de proteger a los hastati por el flanco. La misma maniobra realizaban los triarii hacia el flanco izquierdo, quedando así enfrentados a los ilergetes.
Uno de los hechos más destacados fue el combate de caballería que podía decidir si los romanos eran flanqueados o no. La caballería ibérica llegó al combate con algunas de sus unidades un tanto dispersadas, no pudiendo ejercer enteramente su superioridad numérica, ya que algunos de los jinetes volvieron grupas para atacar la retaguardia de los velites, que sufrían un severo castigo entre la infantería ligera y estos jinetes. Así, los combates, en estado prácticamente de igualdad, se decantaron por los romanos, cuyos jinetes contaron con el apoyo de los principes, que acudían a la zona de peligro. Nueve turnos habían pasado hasta que los iberos comenzaban a mostrar signos de flaqueza, al huir los jinetes frente a los romanos. Ese flanco no se conseguía romper...
Las opciones de los iberos seguían pasando por intentar romper un flanco. Así, mientras se trataba de contener el avance de la caballería romana con los restos de los jinetes iberos, los ilergetas avanzaron en dirección hacia los triarii, los más duros contrincantes. Éstos realizaban la misma maniobra, apoyados en su derecha por los hastati.
Los combates comenzaron tanto en el centro, dominado por hastati y celtíberos, como en el flanco, con triarii e ilergetes. Duros enfrentamientos, en los que los triarii iban ganando terreno, pese a la feroz resistencia ibera. Por unos momentos, el centro romano estuvo a punto de romperse, ya que una serie de combates ganados hizo que los hastati se envalentonaran y se lanzaran en insensatas persecuciones que a punto estuvieron de desequilibrar el centro.
Después de una larga batalla, aunque no ha sido de las más largas, el desenlace no podía ser más histórico. En los combates desarrollados entre triarii e ilergetes, una unidad ibérica cayó bajo las lanzas romanas. En el subsecuente test de moral, la unidad que tenía a su lado huyó, dejando un espantoso hueco, en el cual quedaba el propio Indíbil al descubierto. Los vencedores triarios realizaron con éxito una tirada de persecución, cayendo sobre el caudillo ilergete, quien moría igual que sucedió en la batalla real. Un final muy apropiado, si señor.
Para mi, como árbitro y organizador de la batalla, ha sido una enorme satisfacción poder contar con mis compañeros para llevarla a cabo, ya que han respondido estupendamente. La verdad es que la jugaron muy bien desde ambas partes, dándole una gran tensión a los momentos cruciales de la batalla.
La verdad es que yo pasé más nervios incluso que cuando juego, ya que me tomé muy en serio que saliera un escenario que resultara interesante para una batalla que apenas es conocida. Las reglas especiales para este escenario incluían precisiones para las legiones, en las que se bajaba el factor de combate de hastati y principes, a la vez que ilergetes y ausetanos presentaban un factor de combate más alto de lo habitual, para equipararse al menos a los hastati.
La infantería ligera fue especialmente estudiada para que se comportara de manera aproximada a como lo hubiera hecho en la realidad, aportando alguno de mis compañeros ideas que tuve muy presentes a la hora de diseñar sus mecanismos de combate y disparo. Incluso planteé respecto a las unidades de honderos su ángulo de disparo, contemplando que tendrían más posibilidades de impactar a los legionarios si lo hacían desde el flanco de la espada, el más descubierto...
En definitiva, ha sido un trabajo de investigación con mucha ilusión y que humildemente espero que les haya gustado a mis compañeros, que hayan disfrutado del escenario. Por mi parte, estuve muy intranquilo al ver las tropas. Mucho ibero para tan poco romano, pero luego me tranquilizaba pensando en que, pese a su inferior número, sus mejores factores de combate y moral equilibraban la batalla.
Como conclusión, pienso que pocas experiencias pueden dar la satisfacción de disfrutar siendo un árbitro, de juntar a nueve jugadores en una misma batalla y que todo resulte bien. ¡Somos un club estupendo y tenemos un reglamento de lo más versátil!. ¡Enhorabuena a todos!
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Saludos