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La Batalla de las Gravelinas (1ª parte)

Tercios españoles
Con un poco de retraso, ya que la batalla se celebró a finales de año, voy a narrar, naturalmente desde mi perspectiva, lo acontecido en Gravelinas, la última batalla oficial que jugamos en el club.

La batalla de Gravelinas real tuvo lugar el 13 de julio de 1558 y enfrentaba a los españoles contra los franceses (podeis ver una reseña de la batalla en la wikipedia) y se saldaba con una contundente victoria para las armas españolas, que junto a la derrota en San Quintín, en 1557 obligaba a Enrique II de Francia a firmar la paz con Felipe II en la Paz de Cateau-Cambresis.

En esta ocasión, Manolo ejercería de árbitro, preparando la batalla con la pericia que le caracteriza. Él mismo dispuso que el despliegue inicial de las tropas no se dejaría al arbitrio de cada comandante en jefe, sino que se haría el histórico, con los franceses desplegados en la playa y los españoles enfrentados.

Con el desafío lanzado, nos dispusimos a llevar a cabo la simulación. Por el lado francés se encontraban José Luis y Vicente, liderados por Frank. José Luis se encargaría de la infantería en batallas, con los piqueros al centro y los arcabuceros a las alas, ocupándose del ala derecha francesa, mientras que Vicente lideraría a la caballería a la izquierda. Frank hacía de vínculo entre un ala y la otra, a la vez que dirigía las operaciones.

En el bando español nos encontrábamos Jose y José Antonio a cargo de la caballería, con sendos contingentes de caballería media y ligera, cada uno a ambas alas de nuestro despliegue. El centro lo ocupaba yo mismo, con todos los tercios, enfrentado a las batallas francesas, mientras que Juan estaba al mando, con la reserva y la infantería ligera.

Una vez todo dispuesto, comenzó la planificación. Por nuestra parte, el plan estaba claro. La caballería de Jose Antonio frenaría el embite de sus homólogos franceses, mientras que Jose volvería grupas desde su ala izquierda para trasladarse con rapidez hacia la derecha, con el fin de ayudar a Jose Antonio a parar a los jinetes franceses. Mientras tanto, la infantería en Tercios avanzaría oblicuamente hacia la izquierda para enfrentarse a las batallas. Iría precedida de la excelente infantería ligera, que con sus arcabuces haría fuego previo sobre los franceses, para ir preparando el terreno a los tercios. Así, una vez ocupadas nuestras posiciones, comenzamos la batalla.

Desde mi perspectiva, el avance iba bien, con corrección, mientras que la infantería ligera se avanzaba y recibía unas pocas bajas debido a un poco eficaz fuego de artillería, que no impedía su rápido avance ni su respuesta. Pronto comenzaron a cruzarse los disparos con las batallas galas, sufriendo estas últimas costosas bajas a manos de Juan. Y detrás iban los Tercios, deseando atacar...

Sin embargo, en el ala de caballería se comenzó a entrever a los pocos turnos que había un tanto de desorden. No pude ver con claridad que sucedía realmente. Tan sólo atisbé a ver una serie de cargas aisladas, sin apoyos, que se estrellaban contra las lineas de caballería de Vicente. Algo no parecía ir del todo bien en ese flanco...La presión francesa amenazaba con causar un estropicio entre nuestros jinetes, pero turno que pasaba, turno que nos aproximábamos a las batallas desde mi flanco.

Llegamos a un turno en el que la infantería ligera se encontraba en pugna con los franceses, disparando continuamente y causando bajas considerables. Sin embargo, su presencia comenzaba a causar inquietud entre mis filas porque me impedían enfrascarme con los franceses en buenas condiciones de victoria. No quise hacerme el listillo y relevar las líneas de ligeros de Juan para atacar a las batallas ya que en realidad estaban haciendo su trabajo de modo estupendo pero, la verdad, es que debí hacerlo porque habría entrado en contacto de un modo rápido con los franceses y, con los debidos apoyos habría podido abrir una brecha insalvable entre los franceses. Sin embargo, decidí esperar a que Juan retirara sus tropas y me dejara espacio para cargar y creo que fue un error.

La situación en la derecha, con la caballería, se deterioraba a pasos agigantados, mientras que en el centro y derecha se estancaba, dando a los franceses la oportunidad de reagruparse e ir eludiendo poco a poco el contacto con mis Tercios. Muy hábilmente, los franceses retiraban sus tropas, muy tocadas por el fuego de ligeros y Tercios, evitando que las cogiera, lo que supondría un combate un poco en desventaja para ellos. Finalmente, decidí interpenetrar a la infantería ligera, porque veía que se me escapaban las oportunidades.

Demasiado tarde. Manolo anunciaba que las bajas sufridas por ambos bandos nos ponían en desventaja, con lo que había que causar los mayores daños posibles. ¿Cómo habíamos llegado a esto?¡Vaya castaña! Me había confiado, lo reconozco. Y ahora se nos escapaba la victoria...

Tras un turno de fuertes combates, Manolo nos advertía que la pérdida de una sola unidad más nos conduciría a una derrota. Y esta vino de manos de Frank, que coló una infantería ligera que arcabuceó con saña a una tocada unidad de infantería ligera por la espalda, hundiéndonos en una derrota, la verdad es que tonta...

¿Fallos? Unos cuantos. Entono el mea culpa y creo que por mi parte debía haber tenido la iniciativa de pasar las tropas de Juan a la retaguardia. De haber podido hablar con él, le habría pedido que se echara al flanco o que se refugiara tras los Tercios, pero como en plena batalla no podemos hablar conforme se nos antoje, sino que hay que enviar mensajeros, era una pérdida de tiempo. Creo que el no hacerlo contribuyó a que se escaparan los franceses, mientras nos trituraban la caballería. El tiempo en este caso corría a favor de ellos. A veces uno tiene que tragarse la educación y actuar según vea. ¡Vaya leche!

Por otro lado, creo que la caballería no se coordinó con corrección, aunque hablo sólo desde la impresión que me dio. Las cargas sin apoyos no son buena política...

En fin, creo que, al menos desde mi punto de vista, fue un exceso de confianza lo que nos llevó a esa triste situación. Me da muchísima rabia haber perdido de modo tan tonto. No me queda mucho consuelo, no.


Lamentablemente, las fotos no son muchas, ya que a mitad de batalla me fallaron las pilas y me quedé sin cámara. Las pondré en la próxima entrada, así que estad atentos. Hay alguna que no tiene desperdicio...

Comentarios

Falco ha dicho que…
Coincido en todo lo que has escrito. Como parte implicada en el "desastre" de la caballería, diré que a base de palos también se aprende a manejarla. El problema de la caballería es que a veces no sabes si ser prudente o valiente. Supongo que depende del momento.
Anónimo ha dicho que…
Como arbitro de la partida y desde un punto parcial, creo que la reserva de Juan estuvo muy parada, cuando en el flanco derecho de los Franceses empezo a fallar, creo que se podia haber pasado la reserva hacia la derecha. Tambien la caballeria española al llevar dos Generales no estuvo cordinada.Pero bueno otra batalla para la historia de nuestro club

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