Como resultado de alguna consulta, ha surgido la cuestión de cómo imprimar las miniaturas para el pintado posterior. No quiero dar un curso de pintura, sino sólo comentar cual es el método que yo empleo para pintar mis miniaturas, que suele ser el más habitual entre los aficionados a este mundillo.
Básicamente, el proceso de imprimación es simplemente aplicar una capa de pintura negra o blanca sobre la miniatura para que el resto de colores posteriores agarren bien. Se puede aplicar bien a pincel o con spray. Yo recomiendo encarecidamente el segundo método, sobre todo si hay que pintar varias figuras, además de que el acabado es más homogéneo.
La historia está en escoger negro o blanco para la capa base. Hay quien es más partidario de una que de otra, pero yo empleo ambas según la miniatura lo requiera.
Para miniaturas de gran cantidad de carne visible o telas de colores vistosos, empleo la imprimación en blanco, que proporciona más claridad y luminosidad a los colores. Una vez aplicados éstos, toca perfilar, pero el acabado es más vistoso.
Sin embargo, para miniaturas con gran cantidad de metales, o de la Segunda Guerra Mundial, como el ejemplo de los británicos de la entrada anterior, o simplemente caballos o vehículos, opto por la imprimación negra, que permite colores más oscuros y simplifica la tarea posterior de perfilar las separaciones entre uno y otro color. Para metales es la mejor opción, esencial para, por ejemplo, una cota de malla o coraza.
El proceso para imprimar es muy sencillo: Se pegan varias miniaturas sobre un soporte que puedas manejar sin tocarlas. En un lugar aireado (el spray deja un tufo persistente, vamos, que no es recomendable hacerlo en el salón o una habitación sin ventilación porque te tirarán a la calle) se les aplica una capa de imprimación a una distancia de entre 30 0 40 cm, teniendo cuidado de no pringar demasiado las miniaturas (si les tiras muy de cerca existe ese riesgo). Se dejan secar en un lugar no demasiado expuesto al polvo y ¡¡ya está!!, miniaturas listas para comenzar a pintar. Yo suelo imprimar entre 16 o 20 minis por sesión, lo que luego después puedo pintar.
Hala, al tajo.
Básicamente, el proceso de imprimación es simplemente aplicar una capa de pintura negra o blanca sobre la miniatura para que el resto de colores posteriores agarren bien. Se puede aplicar bien a pincel o con spray. Yo recomiendo encarecidamente el segundo método, sobre todo si hay que pintar varias figuras, además de que el acabado es más homogéneo.
La historia está en escoger negro o blanco para la capa base. Hay quien es más partidario de una que de otra, pero yo empleo ambas según la miniatura lo requiera.
Para miniaturas de gran cantidad de carne visible o telas de colores vistosos, empleo la imprimación en blanco, que proporciona más claridad y luminosidad a los colores. Una vez aplicados éstos, toca perfilar, pero el acabado es más vistoso.
Sin embargo, para miniaturas con gran cantidad de metales, o de la Segunda Guerra Mundial, como el ejemplo de los británicos de la entrada anterior, o simplemente caballos o vehículos, opto por la imprimación negra, que permite colores más oscuros y simplifica la tarea posterior de perfilar las separaciones entre uno y otro color. Para metales es la mejor opción, esencial para, por ejemplo, una cota de malla o coraza.
El proceso para imprimar es muy sencillo: Se pegan varias miniaturas sobre un soporte que puedas manejar sin tocarlas. En un lugar aireado (el spray deja un tufo persistente, vamos, que no es recomendable hacerlo en el salón o una habitación sin ventilación porque te tirarán a la calle) se les aplica una capa de imprimación a una distancia de entre 30 0 40 cm, teniendo cuidado de no pringar demasiado las miniaturas (si les tiras muy de cerca existe ese riesgo). Se dejan secar en un lugar no demasiado expuesto al polvo y ¡¡ya está!!, miniaturas listas para comenzar a pintar. Yo suelo imprimar entre 16 o 20 minis por sesión, lo que luego después puedo pintar.
Hala, al tajo.
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